Si pedimos conforme a su voluntad,
él nos oye. 1 Juan 5:14
|
Muchos de nosotros nos sentimos
tentados a ver a nuestro Señor como un “Arreglalotodo” celestial, un
solucionador de problemas sobrenatural a quien podemos manipular de acuerdo a
nuestros caprichos. Tal vez hacemos una apuesta pequeña a favor de nuestro
equipo de fútbol favorito y luego oramos a Dios pidiéndole que intervenga para
que gane. O en el día del picnic de la iglesia, oramos pidiendo que haya un
temporal para no tener que preparar la ensalada de papas que prometimos llevar.
Otras personas ven a la oración como
una herramienta de negociación. Quieren hacer un trato con Dios: “Señor, si me
concedes esa promoción en el trabajo… o si permites que quede embarazada este
mes… o si ese automóvil todavía está en venta en el negocio donde venden
automóviles… entonces te prometo que voy a hacer [llene el espacio] para ti”.
Por supuesto que éstos son tratos
necios que revelan malentendidos en cuanto a la majestad de Dios. Él es el
Señor de señores, el Rey de reyes, el Creador del cielo y de la tierra. Él no
es alguien que hace tratos y que permite que lo manipulen. En cambio, quiere
que antes de orar, con sumo cuidado consideremos Su voluntad para nuestras
vidas. La oración es un privilegio, una línea directa a la eterna sabiduría y
amor de Dios. No olvidemos la bendición que es venir a la presencia de Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario